Se define como cualquier acción no accidental por parte de los
padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedad en el niño o
le coloque en grave riesgo de padecerlo.
Los indicadores típicos del abuso físico en un menor son las
magulladuras o moretones en diferentes fases de cicatrización y de forma
extendida en diferentes partes del cuerpo; las quemaduras con formas
definidas; las fracturas de nariz o mandíbula, o en espiral de los
huesos largos; las torceduras o dislocaciones; las heridas o raspaduras
en la cara y la parte posterior de las extremidades y torso; señales de
mordeduras humanas; cortes o pinchazos; lesiones internas en el cráneo o
cerebro, síntomas de asfixia.
El abuso de menores consisten en varios elementos y se enfatizan en
dos ideas principales la cuales son: la asimetría de edad y el abuso de
poder. La asimetría en edad se refiere en la diferencia de edad que hay
entre el agresor y la víctima mientras que el abuso de poder es un
factor necesario para el abuso infantil; ya que el mismo implica miedo y
obtiene un rol dominante en el ámbito social. El abuso al poder se
obtiene por medio de las experiencias y la madurez del agresor. Por esta
razón la asimetría de edad se convierte en un factor en el maltrato
infantil ; ya que por medio de la edad se pueden descifrar los niveles
de experiencia, madurez y sobre todo de malicia del agresor.
Causas
El maltrato físico tiende a ocurrir
en momentos de gran estrés. Muchas personas que infligen maltrato
físico también fueron maltratados en su infancia y, como resultado, a
menudo no se dan cuenta de que el maltrato no es la forma apropiada de
disciplina.
Las personas que maltratan físicamente, a menudo,
también tienen muy poca capacidad de controlar sus impulsos, lo cual
impide que piensen en lo que sucede como resultado de sus acciones.
La tasa de maltrato infantil es bastante alta y la forma más común es el abandono.
Los mayores factores de riesgo que predisponen al maltrato infantil abarcan:
Alcoholismo.
Violencia doméstica.
Drogadicción.
Ser padre o madre soltera.
Falta de educación.
Pobreza
Las autoridades determinarán si la persona culpable del maltrato debe
recibir ayuda psiquiátrica, como capacitación para la crianza y
orientación sobre el manejo de los impulsos y la ira.
La atención jurídica y médica de los menores maltratados empezó a
desarrollarse en la segunda mitad del siglo XIX. De manera individual,
el médico francés A. Tardieu publicó en 1860 la primera monografía sobre
el tema y el también médico estadounidense Silverman demostró con
estudios radiológicos las consecuencias no visibles de los maltratos.
El primer proceso judicial que defendió a un menor (una niña) por los
malos tratos recibidos por adultos en su caso, su propia madre), tuvo
lugar en 1874 en Estados Unidos. La acusación fue realizada por la
Sociedad Protectora de Animales, por cuanto no existía ley alguna que
amparase a los menores, aunque sí a los animales en general.
Estas labores pioneras dieron como resultado que antes de que acabase
el siglo se creasen dos sociedades pro derechos de los niños: The
Society for the Preventión of Cruelty to Children, en Nueva York, y The
National Society for the Prevention of Cruelty to Children, en Londres.
La atención a los derechos de los menores es característica de la
segunda mitad del siglo 20, que es cuando se les reconoce como sujetos
de derechos. En 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
la Declaración de los Derechos del Niño; y, más tarde, en 1989, esa
misma Asamblea adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño.
Paralelamente a este interés en el estatus legal, se fue
desarrollando la correspondiente atención a la comprensión y prevención
del fenómeno.
En 1962 se publicó en Estados Unidos un trabajo científico titulado
«Síndrome del niño apaleado» que incentivó de manera definitiva la
atención a las víctimas de los malos tratos infantiles, incluyendo con
ellos la reformulación de las medidas legislativas y la sensibilización
de la opinión pública respecto del problema. En los países europeos más
desarrollados, se produjo un fenómenos similar en los años siguientes.
Habiéndose registrado una alta incidencia de querellas de maltrato de
niños y un esfuerzo único por este mal fue aprobada en varios estados
de Estados Unidos la Ley Número 75 el 28 de mayo de 1980, en la cual se
establecía que un menor era víctima de "maltrato o negligencia" cuando
sufría daño o perjuicio, o se encontraba en riesgo de sufrir daño o
perjuicio en su salud física, mental emocional, o en su bienestar, por
las acciones y omisiones no accidentales de sus padres o de otras
personas o instituciones responsables de su cuidado. En esta ley se
estableció la política pública de protección a menores.
El impacto del maltrato o abuso, al ser un fenómeno contextualizado,
puede verse amortiguado, según múltiples variables: no sólo las más
obvias, relacionadas con el tipo, duración o intensidad del maltrato,
sino también con las características de la víctima, los recursos y
apoyos que tenga, y las propias situaciones de su evolución vital. Según
el artículo (2003). "Basta de indiferencia: maltrato infantil", el
abuso infantil es un conflicto del cual, hay muchas polémicas con
respecto al niño; ya que el mismo puede tener muchos problemas durante
su desarrollo personal.
Independientemente de las secuelas físicas que desencadena
directamente la agresión producida por el abuso físico o sexual, todos
los tipos de maltrato infantil dan lugar a trastornos conductuales,
emocionales y sociales. La importancia, severidad y cronicidad de estas
secuelas depende de: Intensidad y frecuencia del maltrato , Características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento,
habilidades sociales, etc. El uso o no de la violencia física. Relación del niño con el agresor.Apoyo intra-familiar a la víctima
infantil. Acceso y competencia de los servicios de ayuda médica,
psicológica y social.
En los primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan
repercusiones negativas en las capacidades relacionales de apego y en la
autoestima del niño. Así como pesadillas y problemas del sueño, cambios
de hábitos de comida, pérdidas del control de esfínteres, deficiencias
psicomotoras, trastornos psicosomáticos.
En escolares y adolescentes encontramos: fugas del hogar, conductas
autolesivas, hiperactividad o aislamiento, bajo rendimiento académico,
deficiencias intelectuales, fracaso escolar, trastorno disociativo de
identidad, delincuencia juvenil, consumo de drogas y alcohol, miedo
generalizado, depresión, rechazo al propio cuerpo, culpa y vergüenza,
agresividad, problemas de relación interpersonal.
La negligencia se identifica como la falta de proveer las necesidades
básicas de un niño por parte de sus padres o personas encargadas.
Se define como aquella situación donde las necesidades físicas alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las
situaciones potencialmente peligrosas, educación y/o cuidados médicos y cognitivas básicas del menor no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño.
La negligencia puede ser:
Física : falta de proporcionar comida o resguardo necesario, o ausencia de supervisión adecuada);
Médica : falta de proporcionar tratamiento médico o para la salud mental.
Educativa : falta de atención a las necesidades emocionales de
un niño, falta de proporcionar cuidado psicológico o permitiendo que el
niño use alcohol o drogas.
Estas situaciones no siempre quieren decir que un niño es descuidado.
Algunas veces los valores culturales, los estándares de cuidado en la
comunidad, y la pobreza pueden ser factores que contribuyen, indicando
que la familia necesita información o asistencia. Cuando una familia
falla en el uso de información y recursos, y la salud o seguridad del
niño está en riesgo,desde entonces la intervención de la institución de
protección y bienestar del niño podría ser requerida.
El abuso infantil se puede detectar de diversas formas especialmente
cuando los encargados legales del menor dejan de tomar responsabilidades
sobre el mismo. Según este artículo, han habido casos severos donde
menores de 10 años tienden a cocinarse a ellos mismos porque los padres
no han podido traer comida a la casa e incluso han ocurrido situaciones
donde el menor permanecen más de 24 horas sin comer. Según esta revista,
existen varios tipos de maltrato infantiles tales como, el abuso sexual
(donde hay un contacto directo entre el agresor y la víctima , maltrato
físico donde ocurren lesiones y agresiones físicas en contra la
víctima, no necesariamente hay abuso sexual, negligencia infantil donde los padres o encargados legales descartan responsabilidades sobre
el niño y al mismo lo abandonan y el maltrato emocional donde el
agresor cosecha el miedo y la angustia sobre la víctima
Un ejemplo de discriminación contra personas con discapacidad fue Cighid,
un centro asemejado a un campo de concentración donde niños con
discapacidad considerados como "irrecuperables" (en rumano:
irecuperabili murieron por el abandono al que eran sometidos.
El maltrato infantil es un problema
mundial con graves consecuencias que pueden durar toda la vida. A pesar de las
encuestas nacionales recientes en varios países de ingresos bajos y medianos,
faltan todavía datos acerca de la situación actual en muchos países.
El maltrato infantil es complejo y
su estudio resulta difícil. Las estimaciones actuales son muy variables,
dependiendo del país y del método de investigación utilizado. Dichas
estimaciones dependen de:
las
definiciones de maltrato infantil utilizadas;
el tipo
de maltrato infantil estudiado
la
cobertura y la calidad de las estadísticas oficiales.
la
cobertura y la calidad de las encuestas basadas en los informes de las
propias víctimas, los padres o los cuidadores.
De cualquier modo, los estudios
internacionales revelan que aproximadamente un 20% de las mujeres y un 5 a 10%
de los hombres manifiestan haber sufrido abusos sexuales en la infancia,
mientras que un 23% de las personas de ambos sexos refieren maltratos físicos
cuando eran niños. Además, muchos niños son objeto de maltrato psicológico
(también llamado maltrato emocional) y víctimas de desatención.
Se calcula que cada año mueren por
homicidio 34 000 menores de 15 años. Esta cifra subestima la verdadera magnitud
del problema, dado que una importante proporción de las muertes debidas al
maltrato infantil se atribuyen erróneamente a caídas, quemaduras, ahogamientos
y otras causas.
En situaciones de conflicto armado y
entre los refugiados, las niñas son especialmente vulnerables a la violencia,
explotación y abusos sexuales por parte de los combatientes, fuerzas de
seguridad, miembros de su comunidad, trabajadores de la asistencia humanitaria
y otros. Consecuencias del maltrato
El maltrato infantil es una causa de
sufrimiento para los niños y las familias, y puede tener consecuencias a largo
plazo. El maltrato causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo
cerebral temprano. Los casos extremos de estrés pueden alterar el desarrollo de
los sistemas nervioso e inmunitario. En consecuencia, los adultos que han
sufrido maltrato en la infancia corren mayor riesgo de sufrir problemas
conductuales, físicos y mentales, tales como:
actos
de violencia (como víctimas o perpetradores);
depresión;
consumo
de tabaco;
obesidad;
comportamientos
sexuales de alto riesgo;
embarazos
no deseados;
consumo
indebido de alcohol y drogas.
A través de estas consecuencias en
la conducta y la salud mental, el maltrato puede contribuir a las enfermedades
del corazón, al cáncer, al suicidio y a las infecciones de transmisión sexual.
Más allá de sus consecuencias
sanitarias y sociales, el maltrato infantil tiene un impacto económico que
abarca los costos de la hospitalización, de los tratamientos por motivos de
salud mental, de los servicios sociales para la infancia y los costos
sanitarios a largo plazo.
Factores de riesgo
Se han identificado varios factores
de riesgo de maltrato infantil. Aunque no están presentes en todos los
contextos sociales y culturales, dan una visión general que permite comprender
las causas del maltrato infantil. Factores del niño
No hay que olvidar que los niños son
las víctimas y que nunca se les podrá culpar del maltrato. No obstante, hay una
serie de características del niño que pueden aumentar la probabilidad de que
sea maltratado:
la edad
inferior a 4 años y la adolescencia;
el
hecho de no ser deseados o de no cumplir las expectativas de los padres;
el
hecho de tener necesidades especiales, llorar mucho o tener rasgos físicos
anormales.
Factores de los padres o cuidadores
Hay varias características de los
padres o cuidadores que pueden incrementar el riesgo de maltrato infantil,
entre ellas:
las
dificultades para establecer vínculos afectivos con el recién nacido;
el
hecho de no cuidar al niño;
los
antecedentes personales de maltrato infantil;
la
falta de conocimientos o las expectativas no realistas sobre el desarrollo
infantil;
el
consumo indebido de alcohol o drogas, en especial durante la gestación;
la
participación en actividades delictivas;
las
dificultades económicas.
Factores relacionales
Hay diversas características de las
relaciones familiares o de las relaciones con la pareja, los amigos y los
colegas que pueden aumentar el riesgo de maltrato infantil, entre ellas:
los
problemas físicos, mentales o de desarrollo de algún miembro de la
familia;
la
ruptura de la familia o la violencia entre otros miembros de la familia;
el
aislamiento en la comunidad o la falta de una red de apoyos;
la
pérdida del apoyo de la familia extensa para criar al niño.
Factores sociales y comunitarios
Hay diversas características de las
comunidades y las sociedades que pueden aumentar el riesgo de maltrato
infantil, entre ellas:
las
desigualdades sociales y de género;
la
falta de vivienda adecuada o de servicios de apoyo a las familias y las
instituciones;
los
niveles elevados de desempleo o pobreza;
la
disponibilidad fácil del alcohol y las drogas;
las
políticas y programas insuficientes de prevención del maltrato, la
pornografía, la prostitución y el trabajo infantiles;
las
normas sociales y culturales que debilitan el estatus del niño en las
relaciones con sus padres o fomentan la violencia hacia los demás, los
castigos físicos o la rigidez de los papeles asignados a cada sexo;
las
políticas sociales, económicas, sanitarias y educativas que generan malas
condiciones de vida o inestabilidad o desigualdades socioeconómicas.
Prevención
La prevención del maltrato infantil
requiere un enfoque multisectorial. Los programas eficaces son los que prestan
apoyo a los padres y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar
a sus hijos. Entre ellos se encuentran